martes, 24 de septiembre de 2013

Familia Serrano

Pero el tiempo es eterno cuando ya no se tiene 
el calor de la piel o el lejano sonido 
de un beso en una calle que ya no encontraremos. 
Rodolfo Serrano

Hoy va de familias y de cuando en ella se junta el arte, la música y la poesía. Cóctel increíble cuándo se junta la canción de autor del hijo y las palabras del padre: Rodolfo e Ismael Serrano. El último ha estado conmigo desde su "Papá cuéntame otra vez"; el primero llegó para quedarse hace uno años con sus "mapaches". Ambos se han convertido en flotadores para momentos de hastío, sacándonos a flote cuando algo parecía estar perdido. No me canso ni me cansaré nunca de leerles y escucharles, y seguiré recomendándolos allá por dónde vaya. 

YA NO TE BUSCO

Recuerdo muchas veces tu sonrisa cansada,
y tu piel que temblaba y tu ceño fruncido.
La dulzura que entonces tenías cuando amabas,
cuando la vida era tu voz en el teléfono.

Te imagino y te veo como eras entonces:
una niña que andaba recortando la luna,
esa tierna pereza de todos los hoteles
y esas manos, tus manos, arañando mi espalda.

Te amaba como sólo se ama lo que nunca
será nuestro. Y te amo con el mismo desastre,
la misma desazón de un futuro imposible.
Jamás hicimos planes más allá de ese instante.

Cuando cierro los ojos en la noche de otra
me recorre la lengua ese sabor marino
que habitaba en tu sexo y moría en mi boca
con la sal del deseo de tu sudor sagrado.

Recuerdo el cigarrillo que fumabas con ansia,
y el miedo de los viernes, los medios días del lunes
y el camino a tu casa. Tus lágrimas al irnos.
Y esa mano de aire que rozaba mi cara.

Te quiero todavía. Y te querré ya siempre
con la misma certeza con la que en este ahora
sé que sólo serás un recuerdo, el latido
del corazón deshecho que dejó de buscarte.



ORACIÓN

Padre nuestro que no sé donde andas, 
malditos sean tus nombres si llevan a la muerte, 
y nos acercan el reino del hambre y la injusticia. 

Por ese reino tuyo donde el niño no ríe, 
donde el hombre no es hombre ni hermano de los otros, 
que el mundo no sea espacio para el dolor de siempre. 

Ese reino que impone el pecado y el miedo, 
la voluntad que mata y crea realezas 
de siervos y de esclavos, infiernos y serpientes. 

Para que el hombre pueda amasar con sus manos 
el pan de cada día y el vino del amigo 
y sea la palabra nuestra última esperanza. 

Que el amor se nos venga como un aire caliente, 
lo mismo que la brisa de las noches con ella 
y que todos seamos santos del paraíso. 

Déjanos que seamos carne y sangre bendita, 
y que sean los besos como las bendiciones 
de un Dios que aún añoramos aunque no sea el nuestro. 

Rodolfo Serrano





Pd: me falta un tercero: Daniel Serrano, periodista con conciencia; sin pelos en la lengua. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario