domingo, 14 de septiembre de 2014

El hombre invisible.

Liu Bolin empezó a esconderse para protestar. Se ocultó para que lo vieran. En 2005, le policía china destruyó el Campamento Internacional de Arte de Beijing donde Bolin trabajaba con un colectivo de artistas. Al Gobierno no le convenía un espacio en el que un grupo de intelectuales pensaba en conjunto sobre las problemáticas del país y su gente. El performer, entonces, para rechazar la demolición del edificio, decidió pararse frente a las ruinas y maquillar su cuerpo para convertirse en parte de esos restos; para demostrar que él, como la construcción, quedaba devastado; para indicar que, a pesar de todo, él resistía; para señalar la forma en que el individuo puede transformarse en un ser invisible para la civilización, para el sistema imperante que arrasa todo lo que obstaculiza su paso. 







Esta es su manera de protestar pacíficamente. «Me robo el método de los francotiradores»: se oculta para atacar. Y le apunta a los regímenes totalitaristas, al capitalismo, al desempleo, a la falta de libertad, a las contradicciones de la política, a la idea del individuo como un ser vulnerable dentro de una masa



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