jueves, 10 de agosto de 2017

A veces, vuelo.

A veces, vuelo.
Sucede durante pocos segundos. Es casi una sensación, una sacudida que me acaricia y me hace sentir que puedo con todo.
Me pasa cuando estoy harta y decido que ya no acumulo más rabia y vacío la mochila de horrores y chismes perversos.
Vuelo cuando pido perdón por uno de mis millones de errores y al otro lado encuentro comprensión y caricias. Cuando me doy cuenta del poder que tienen las palabras y del que tenemos todos al usarlas sin saberlo.
A veces vuelo cuando miro atrás y recuerdo que pude y que insistí a pesar de que hubo momentos en que tenía una necesidad inmensa de tirar la toalla.
Vuelo si pongo paz y si cierro heridas. Vuelo si alguien a mi lado puede volar o es capaz de creer que yo pueda.
Vuelo si amo y, como amo mucho, vuelo sin parar. Vuelo durante los abrazos de más de seis segundos y con cualquier tipo de beso deseado y buscado.
Vuelo si me respeto a mi misma tanto que soy capaz de no reprocharme, ni medirme, ni recortarme. Si soy capaz de mirarme con ojos bondadosos.
A veces, vuelo. Es sólo un instante, y a menos de un milímetro del suelo, pero es tan grande esa sensación que casi me noto las alas.


Merce Roura.


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